¡Dios!  ¡Cuánto te Amo!

Esta noche cuando llegué ya estabas dormida.
Entré despacio en la habitación, intentando
no despertarte.  Me quedé a tu lado
contemplando la dulzura de tu sueño!
La luz de la Luna, esa luna pintada
en parte de azul, penetraba por la ventana,
envolviéndote en un halo luminoso!
Tu pelo se hallaba algo revuelto formando
un marco dorado para tu rostro! 
Y  observándote pensé:

¡Dios!  ¡Cuánto te Amo!

Sonreías.  Y me pregunté que estarías
 soñando.  Me acerqué a la cama y me senté
a tu lado.  Te acaricié delicadamente el
cabello, y después el rostro.  Te removiste
en sueños contestando a mis caricias;
moviendo la cara como los gatos que se
restriegan un poco contra las piernas
de las personas queridas.   Y sonreíste
un poco más.  Yo te veía totalmente
embelesado!   Y agradeciendo a Dios
por tenerte a mi lado pensé:

¡Dios!  ¡Cuánto te Amo!

Seguí contemplándote largo rato más!
Después deslicé mi mano hasta coger
una de las tuyas, y la acerqué a mi
corazón, apretándola contra mi pecho
con ambas manos para que sintieses
el palpitar de mi corazón!  Ese loco
palpitar de amor sólo por ti!  Observé
tu suave respiración, sólo perceptible
por el rítmico subir y bajar de tus
senos bajo el transparente camisón!
Oh mi amor! Que bella eres!  Y pensé:

¡Dios!  ¡Cuánto te Amo!

En seguida dejé tu mano sobre la
cama!  Tú te removiste un poco más.
Me levanté y me incliné para arroparte,
pues en tu inquieto dormir, la sábana
se había amontonado casi en su totalidad
a tu izquierda, dejando tu cuerpo cubierto
con nada más que tu ligero camisón!
Cogí la sabana para cubrirte de nuevo.
La deslicé por tu cuerpo subiéndola
lentamente hasta que me encontré
con mi cara cerca de la tuya y mirando
nuevamente tu apacible belleza pensé:

¡Dios!  ¡Cuánto te Amo!

Me quedé así, quietito!  Contemplando
tu rostro a escasos centímetros, casi
manteniendo la respiración por miedo
a despertarte!  Te veías tan hermosa! 
Admiré tus rasgos por largo rato, como
si quisiera esculpirlos en mi mente!
Tus párpados cerrados ocultando tras
ellos tus bellos ojos claros y cambiantes!
Tu boca entreabierta con esos labios
carnosos y sensuales, siempre incitando
a ser besados!  Tus mejillas ligeramente
sonrosadas, sólo lo suficiente para no
parecer pálidas!  Y extasiado en la
perfección de tus finos rasgos pensé:

¡Dios!  ¡Cuánto te Amo!

Seguías sonriendo y me pregunté de nuevo
que estarías soñando?  Y estando así,
tan cerca de tu rostro no pude resistirme!
Y besé con inmensa ternura tu frente. 
Un beso ligero y suave, tan solo con un
leve roce de mis labios para no despertarte!
De la misma manera besé tus párpados
cerrados, luego tus mejillas y me quedé
parado en tus labios a una distancia
que parecía un beso pero sin rozarlos!
Mi respiración se había acelerado un
poco y respiraba entrecortadamente
intentando no hacer mucho ruido.
Y sintiéndote así tan mía pensé:

¡Dios!  ¡Cuánto te Amo!

Estando todavía en esa posición, inclinado
sobre ti, con mi labios tan cerca de los tuyos
y los ojos cerrados, no me percaté que tu mano
se había movido hasta que la sentí en la parte
posterior de mi cabeza, ejerciendo la presión
necesaria para que mis labios se juntasen con
los tuyos en un tierno y apasionado beso!
Abrí los ojos sorprendido!  Y vi abiertos tus
bellos ojos claros y cambiantes, y en tus labios
esa sonrisa juguetona y traviesa que tanto amo!
Te sonreí y besándote de nuevo te dije:

¡Dios!  ¡Cuánto te Amo!


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